El paseo marítimo de Madrid

Si hubiese playa en Madrid estaría en el Parque del Oeste. Desde el Paseo del Pintor Rosales se divisa un horizonte amplísimo, con la Casa de Campo como un mar de árboles y la Sierra de Guadarrama, que avistamos pese a sus 70 kilómetros de distancia, convertida en las islas de un archipiélago imaginario. Podríamos añadir que el Faro de Moncloa se alza sobre un cabo, para evitar que los barcos naufraguen en los arrecifes que envuelven el barrio de Argüelles. 

En este artículo hablamos de algunos de los hitos de la mejor fachada de Madrid: edificios modernistas, palacios de la Belle Époque y algunos de las primeras torres residenciales, construidos en la década de 1950. Los atardeceres son siempre espectaculares, pero también merece la pena acercarse durante el día para visitar sus museos, perderse en el frescor de sus jardines y disfrutar de sus terrazas.

Casa Gallardo (Ferraz, 2)

El estilo modernista pasó de puntillas por Madrid, por lo que casi no hay ejemplos de esta arquitectura en las calles de la ciudad. Sin embargo, la Casa Gallardo, situada en la esquina de la Plaza de España con la calle de Ferraz, resume todos los rasgos de este movimiento: chaflanes curvos y motivos decorativos vegetales. Esta obra del arquitecto catalán Federico de Arias Rey podría estar en alguna de las manzanas del ensanche barcelonés. Justo debajo del torreón hay una G dorada enorme, en alusión a la familia Gallardo que promovió su construcción.

Museo Cerralbo (Ventura Rodríguez, 17)

El agua corriente y el teléfono llegaron a este palacio antes que a la mayoría de inmuebles del barrio. Rodeado de obras de El Greco, Zurbarán o Alonso Cano, aquí vivió Enrique de Aguilera y Gamboa, el marqués de Cerralbo. Hoy es un museo que aloja su colección. Tiene la peculiaridad de que todo sigue exactamente en el mismo sitio, como si el tiempo no hubiese pasado por estos salones, los más suntuosos de la Belle Époque. Podemos imaginar a los invitados bajándose de sus carruajes para luego ascender por la escalera monumental hasta la galería. Es obvio que el mar quedaba demasiado lejos, pero desde sus ventanales se avista la sierra. El Museo Cerralbo puede visitarse de martes a sábados de 9:30 a 15:00. Los domingos abre media hora más tarde y los jueves además lo hace por la tarde, de 17:00 a 20:00.

Templo de Debod (Ferraz, 1)

El edificio más antiguo de Madrid es mucho más antiguo que la propia ciudad. Data del siglo II antes de Cristo y lo trajeron piedra a piedra desde el otro extremo del Mediterráneo. Esta historia comienza con la construcción de la presa de Asuán. En agradecimiento por las ayudas prestadas al estudio y preservación de los restos arqueológicos, el presidente egipcio Nasser decidió donar a los países amigas algunos de los bienes que iban a quedar anegados por las aguas del Nilo. Fue una obra faraónica, nunca mejor dicho. Desde 1975 el Templo de Debod levanta sus muros milenarios en el Parque de la Montaña. Por dentro está cubierto de jeroglíficos bellísimo. Es un sitio perfecto para refugiarse del calor y puede visitarse de martes a domingo, de 10:00 a 20:00.

Parque de la Montaña

Los fusilamientos del 3 de mayo en Madrid, que Goya inmortalizó en una de sus obras más conocidas, tuvieron lugar en este cerro que se alza sobre la vega del Manzanares. Más tarde, en esta misma montaña del Príncipe Pío, en la que los patriotas españoles habían sido condenados a muerte por revelarse contra el poder de José Bonaparte, se construyó un cuartel. Después de la Guerra Civil quedó en ruinas, se desmanteló y en su lugar se colocó el Templo de Debod rodeado de un jardín. Desde aquí se divisa el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, las Vistillas, San Francisco el Grande, el cementerio de San Isidro, los distritos de Latina y Carabanchel -con el Palacio de Vistalegre-, la Casa de Campo, Pozuelo y Aravaca.

Monumento a La Chata (Paseo del Pintor Rosales, 5)

Hija de la reina Isabel II, hermana del rey Alfonso XII y tía de Alfonso XIII, la infanta Isabel de Borbón fue uno de los personajes más carismáticos de la vida social madrileña de principios del siglo XX. Como en 1931 se encontraba en muy mal estado de salud, el gobierno de la Segunda República le permitió seguir viviendo en España, pero ella prefirió tomar el camino del exilio junto al resto de su familia. Nunca faltó a la romería de San Isidro de la Pradera, se dejaba ver en las verbenas populares y en los toros, por lo que el pueblo la bautizó como La Chata. Por lo visto le encantaba este apodo. El monumento es obra del arquitecto Javier García-Lomas Mata y el escultor Gerardo Zaragiza.

Pintor Rosales (Paseo del Pintor Rosales, 48)

Este paseo que discurre entre el Parque del Oeste y el barrio de Argüelles se llama así en honor al célebre pintor Eduardo Rosales. Nacido en Madrid en 1836 a él se deben algunas obras que pueden verse en el Museo del Prado. Entre las más conocidas está Doña Isabel la Católica dictando su testamento. El monumento, obra de Mateo Inurria, le muestra con la paleta y el pincel en las manos. Se inauguró en 1922, el mismo año que murió el artista.

La Rosaleda (Calle de la Rosaleda, s/n)

Creada en 1955, cada año acoge en mayo el Concurso Internacional de Rosas Nuevas “Villa de Madrid”. Se premia la belleza, el aroma y la originalidad de cada flor. En 2006 fue reconocido por su excelencia con el premio que otorga la Federación Mundial de Sociedades de la Rosa. Y lo cierto es que entre sus parterres la rosa es algo más que una rosa, parafraseando a la poeta norteamericana Gertrud Stein. Aquí una rosa puede ser tan pequeña como la yema de un dedo o tan grande como un pomelo. Los nombres son una delicia: como snow carpet (alfombra de nieve) o candy cover (piel de caramelo).

Fuente de Juan de Villanueva (Paseo de Camoens, s/n)

Acaba de restaurarse esta espectacular fuente de 21 metros de altura. Es tan alta que se ve entre los árboles del Parque del Oeste, que hasta principios del siglo XX fue el vertedero más grande de la ciudad. Con este monumento, los arquitectos Víctor d’Ors, Manuel Ambrós Escanellas y Joaquín Núñez Mera, y el escultor Santiago Costa quisieron rendir homenaje a Juan de Villanueva, autor del Museo del Prado y del Real Observatorio de Madrid. Desde su inauguración en 1952 es un punto de referencia para quienes se pierden por esta escarpada zona de la ciudad.

Cuartel General del Ejército del Aire y del Espacio (Princesa, 87)

Aunque el mar quede muy lejos de aquí, el cielo sin embargo está más cerca que en ningún otro sitio. Por un paseo casi aéreo, porque parece colgado del extremo oeste de la ciudad, nos dirigimos hacia esta grandiosa construcción de Luis Gutiérrez Soto. El arquitecto había sido uno de los más modernos antes de la Guerra Civil, con proyectos como la coctelería Museo Chicote, el cine Callao o el cine Barceló, pero en 1943 firmó este edificio inspirado en el Real Monasterio de El Escorial. El Cuartel General del Ejército del Aire y el Espacio forma un conjunto monumental con la Junta Municipal del Distrito de Moncloa-Aravaca y el Arco de Moncloa.

Museo de América (Avda. Reyes Católicos, 6)

Como si fuera una de las misiones franciscanas al otro lado del Atlántico, el edificio del Museo de América se ubica en un edificio de inspiración colonial. El patio, la escalinata y la torre neobarroca son obra de Luis Moya Blanco. Su colección es una de las más completas que hay en Europa de objetos precolombinos y virreinales. Entre los muchísimos tesoros que conserva destacan las cerámicas mochica, el códice Tre-cortesiano –un códice maya único en el mundo– o el retrato de los caciques de Esmeraldas, que muestra a tres afrodescendientes libres. Puede visitarse de martes a sábados de 9:30 a 15:00. Los domingos abre media hora más tarde y los jueves además lo hace por la tarde, hasta las 19:00.

Faro de Moncloa (Avenida de la Memoria, 2)

Son 92 metros los que recorre el ascensor panorámico que traslada a los visitantes hasta el gran mirador del Faro de Moncloa. El número no es casualidad, se construyó en 1992, el mismo año que Madrid fue designada Capital Europea de la Cultura y que se conmemoraba el 500 aniversario del primer viaje de Colón a América. Lejos de recordarnos a las carabelas del almirante, el diseño del arquitecto Salvador Pérez Arroyo es de tipo futurista. Desde aquí se alcanza una vista de casi 360º de la Ciudad Universitaria, la ciudad de Madrid y la Sierra de Guadarama. Los días claros se alcanza a ver El Escorial y Gredos. Y quizá quien tenga mucha vista y mucha imaginación pueda ver el mar.