La Catedral de Madrid, en el Madrid de los Austrias, tiene una corta pero intensa historia. Los primeros planos de la iglesia fueron trazados en 1879 por Francisco de Cubas con la idea de que sirviese de panteón para la fallecida reina María de la Mercedes. La primera piedra se puso en 1883 pero cuando el Papa León XIII otorgó en 1885 la bula por la que se creaba el Obispado de Madrid-Alcalá se transformó el proyecto de la iglesia en catedral.
Cubas realizó entonces un nuevo proyecto, más ambicioso que el anterior, inspirado esta vez en el gótico francés del siglo XIII, sumando elementos de las catedrales de Reims, Chartres y León. Ese proyecto, que incluía por primera vez una gran cripta neorrománica, es el que sirvió de base para la construcción definitiva. La catedral se concibió como un templo votivo, erigido por el pueblo, pero los donativos resultaban insuficientes y las obras se dilataron en el tiempo. En 1899 falleció el marqués de Cubas y se sucedieron en la dirección de las obras Miguel Olabarría, Enrique Mª Repullés y Juan Moya.
La cripta se inauguró en 1911, pero las obras se suspendieron durante la Guerra Civil y se reanudaron, con escasos recursos, en 1939. A partir de entonces cambian los criterios estéticos y no se considera adecuada una catedral gótica por el contraste que producía en el entorno. En 1944 la Dirección General de Bellas Artes convocó un concurso nacional para dar una nueva solución arquitectónica, que fue ganado por Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro. En 1950 se reiniciaron las obras, terminándose el claustro en 1955 y la fachada principal en 1960. La catedral pudo considerarse terminada en 1993. Fue consagrada por el papa Juan Pablo II en su cuarto viaje a España, el 15 de junio de 1993.
También cuenta con un museo que alberga diversas ofrendas y donaciones a los Patronos de la ciudad: La Virgen de la Almudena y San Isidro Labrador. En él se muestra un recorrido por la vida de la Iglesia a través de los siete sacramentos.